Descubrir la Fuerza Interior: El Poder de Empoderar a Nuestros Alumnos

Descubrir la Fuerza Interior El Poder de Empoderar a Nuestros Alumnos

En cada salón de clases viven cuarenta mundos distintos. Cuarenta miradas, cuarenta historias y cuarenta formas únicas de aprender. Sin embargo, durante muchos años la escuela ha hecho creer a los niños que solo es “inteligente” quien saca un 10, quien memoriza más rápido o quien habla más fuerte. Pero la verdad —una verdad profundamente humana— es que todos los niños son inteligentes, solo que cada uno expresa su inteligencia de manera diferente.

Este principio no es solo una idea bonita; está respaldado por la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, quien explica que existen al menos diez formas distintas de ser inteligente: la musical, la lógica, la corporal, la lingüística, la interpersonal, la intrapersonal, la naturalista, entre otras. Cada niño trae consigo una combinación especial de estas inteligencias, una especie de huella digital intelectual que lo hace irrepetible.

Por su parte, Humberto Maturana, biólogo y pensador chileno, nos recuerda que “Muéstrame a una persona que haya aprendido algún idioma, y yo te demostraré que puede aprender todo lo que se proponga”. Esta afirmación coloca la voluntad, la motivación y la confianza en el centro del aprendizaje.

Y para que un alumno pueda desarrollarse verdaderamente, es indispensable que crea en sí mismo.

Una historia que sucedió en una escuela pública de nuestro estado

Hace poco, en un salón de clases de una escuela pública, una maestra inició el ciclo escolar con una actividad sencilla, pero profundamente reveladora.
Después de presentarse, dijo a sus cuarenta alumnos que para ella era muy importante conocerlos. Les hizo algunas preguntas y, para cerrar, lanzó una más:

—Levanten la mano los inteligentes.

Para su sorpresa —y tristeza— solo un alumno levantó la mano.
Un murmullo recorrió el salón. Algunos decían:
“Los que sacan 10… esos son los inteligentes”.

La maestra guardó silencio, sonrió con paciencia y explicó:

—Ser inteligente no significa sacar 10. Todas las personas poseen un alto grado de inteligencia. La diferencia es que cada quien la usa de manera distinta y cada quien aprende a su ritmo y a su estilo.

Les habló de Gardner y sus inteligencias múltiples, y de Maturana, quien afirma que si uno puede aprender un idioma, es capaz de aprender cualquier cosa. Les explicó también que muchas veces no es la capacidad lo que determina el éxito, sino la constancia; por eso existe la frase:

“Tarde o temprano, la disciplina vence a la inteligencia.”

Después de esta breve conversación, la maestra volvió a hacer la misma pregunta:

—A ver, levanten la mano los inteligentes.

Ahora, un poco más de la mitad del grupo levantó la mano.
Fue un avance, pero también un mensaje claro: aún quedaba mucho trabajo por hacer para que todos los niños reconocieran sus capacidades.

Ese día la maestra comprendió que uno de sus grandes retos durante el ciclo escolar sería lograr que cada alumno descubriera su valor, su fuerza interior y su inteligencia única.

Empoderar a los alumnos transforma vidas

Cuando un niño entiende que puede aprender, que es capaz, que es valioso, ocurre algo extraordinario: se atreve.
Y cuando se atreve, progresa.
Y cuando progresa, cambia su historia.

Empoderar a los estudiantes no es llenarles la cabeza de conocimientos; es ayudarles a creer en sí mismos, darles herramientas emocionales, académicas y humanas para enfrentar un mundo que a veces les dice lo contrario.

Porque en nuestros salones no solo formamos alumnos: formamos futuros ciudadanos capaces de transformar su comunidad.

Y todo comienza con una simple convicción:

Cada niño es inteligente.
Cada niño puede aprender.
Cada niño merece descubrir su propio brillo.

Compartir:

Otros Artículos